La luz es la base de toda iluminación. La naturaleza nos brinda una fuente de luz utilizables que es el sol. Pero con el paso del tiempo y la prolongación de la vida nocturna, la iluminación artificial pasó a ser un aspecto fundamental para llevar a cabo tareas luego de la puesta del sol y realzar cualquier ambientación.

Sin embargo, para obtener buenos resultados en la iluminación debemos seguir tres reglas básicas:

– El diseño de la iluminación debe pensarse al comienzo de cualquier proyecto en base a la ubicación de los muebles y de las actividades que se realicen en ese espacio, puesto que, si necesitamos abrir canaletas para alimentar nuevas bocas podremos hacerlo antes de pintar o de colocar revestimientos.
– Una buena iluminación nunca debe encandilar ni perturbar la vista. Una luz adecuada no debe ocasionar molestias o fatiga visual. En caso de que ocurriese, es señal de que la iluminación es excesiva o insuficiente, o bien, porque el tipo de lámpara elegida no es el correcto.
– Los colores oscuros absorben gran potencia lumínica lo que hará necesario contar con mucho flujo de luz para lograr una buena iluminación. Sucede lo contrario en lugares blancos o claros.

Según que actividades se realicen o que decoración se quiera destacar, es el tipo de luz que elijamos.
La luz plana y homogénea que permite distinguir todos los objetos de la habitación es la luz general que es la más utilizada y proviene desde el techo.
La  funcional es la necesaria para realizar tareas tale como leer, trabajar, cocinar o maquillarse sin fatigar la vista.

Si buscamos generar distintos climas, la luz ambiental es la adecuada. Podemos lograr con lámparas de mesa o apliques en la pared.
La luz puntual utiliza haces muy bien definidos y se utiliza para destacar algún objeto en particular, por ejemplo, un cuadro.
La iluminación directa emite luz hacia una superficie, mientras que la indirecta ilumina por reflexión en otro plano.

Escrito por Cecilia Favier de Decocasa

Fuente Imágenes: Ddecoración, Decora Ilumina, Open Deco