Vestir con gusto la mesa no sólo implica colocar un mantel bonito y correctamente la vajilla, porque no debe lucirse solamente en ocasiones especiales. Para acompañar el espíritu del ambiente y la reunión existen los centros de mesa.

Para no equivocarnos al momento de tomar decisiones, debemos guiarnos por las siguientes pautas:
– Evitar en almuerzos y cenas los perfumes agresivos, ya sean de las flores o de otros elementos decorativos, para que no interfieran en el aroma de la comida y no produzcan molestias en los invitados.
– No recurrir a flores demasiado altas para no entorpecer el contacto visual entre los comensales.
– El centro de mesa no debe estorbar la buena marcha del servicio habitual de la mesa, así como a la disposición de los utensillos de cocina.

Si buscamos potenciar un ambiente clásico, podemos utilizar jarrones de cristal transparente con flores blancas y obtendremos un centro de mesa suave pero elegante.
Si utilizamos este tipo de jarrones, otra opción sencilla de crear un centro de mesa es colocándole agua teñida con tinta china en combinación con el color que abunde en el ambiente obteniendo resultados sorprendentes.

Una manera original de otorgarle color a la mesa, esté despojada o servida, es utilizando frutas o verduras: naranjas, manzanas, piñas, cocos, uchuvas, brócoli o repollo.

Además de las tradicionales flores, otras opciones pueden ser frutas secas (avellanas, castañas o nueces), piedras, pétalos, velas flotantes.
Las bases o recipientes para los centros de mesa pueden ser desde la vajilla de la abuela hasta canastas, jarrones, peceras o baldes de chapa.

Como hemos visto, variedad hay, depende de lo que cada uno quiera conseguir. Sólo es cuestión de pensar un poco… ¡Alguna buena idea saldrá!

Escrito por Cecilia Favier de Decocasa

Fuente Imágenes: Ártico en casa, Factoría de sueños; Abc Manualidades