Antes de comprar las puertas debemos valorar el tipo de apertura, los materiales, el acabado y si se desea que se destaquen o pasen desapercibidas. Además hay que tener en cuenta las medidas. Aquí un panorama de las diversas opciones.

Las puertas más convencionales con las de madera que se dividen en macizas, enchapadas y de tablero. Las primeras son muy resistentes, aunque también las más caras y pesadas, las bisagras deberán ser fuertes para que no se deterioren con el tiempo. Por su parte, las enchapadas son la solución habitual, son puertas con el centro de aglomerado forradas con una madera noble. Existen chapas de todo tipo según el tono del material; son resistentes y tienen un precio accesible. Por último, las de tablero son huecas y están realizadas con dos planchas de pocos milímetros de espesor. Son muy económicas pero frágiles.

Con la decoración moderna, más despojada y fría, aparecieron las puertas de vidrio laminado. Dan continuidad visual y son aliadas de la luz. Pueden estar enmarcadas en madera, aluminio o metal y podemos conseguirlas con diseños únicos.

Las puertas plegables son la mejor opción para ganar metros. Con un sistema de bisagras y rieles pueden apilarse. Las correderas con ideales para ganar amplitud y dividir ambientes. Las empotradas hay que ubicarlas en un hueco de la pared para esconderlas. Las de vaivén, que se abren gracias a sus bisagras articuladas, son cómodas para la cocina. Son embargo, las abatibles son las que mejor aíslan del frío y del ruido; las hay de una y dos hojas. Las puertas lisas son las más sencillas y las que mejor pasan desapercibidas; las que tienen molduras son ideales para ambientes clásicos aunque resultan más caras.

Respecto de los acabados, el teñido es uniforme y sobrio; el barnizado protege la madera; el encerado es natural pero hay que renovarlo una vez al año; el laqueado presenta diversos colores y el pintado es muy decorativo.

Escrito por Cecilia Favier de Decocasa

Fuente Imágenes: Decora decora